¡Tranquilízate, Jesús!,
que la vida no perece
y que nada se merece
que te pegue un patatús;
oye relajado un blues,
o tal vez una balada,
que no es bala y sí es alada
si en el aire está su vuelo,
y en tu corazón, el Cielo,
y además del Cielo, nada.
Jesús María Bustelo Acevedo
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