Eterno, reside en vos,
ese Dador de la vida,
que es la Suya, compartida
Su unidad, y unida en dos,
que es tu vida la de Dios,
y de Dios tu vida sola;
la perecedera no la
concibe Su Eternidad,
que es tuya en tu libertad
de la cabeza a la cola.
Jesús María Bustelo Acevedo
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