¡Mi Vida es el Opus Dei!

Mi vida es el Opus Dei,
pues soy la Obra de Dios,
y Él y yo no somos dos
porque lo afirma Su Ley;
Él es Uno con Su Grey,
y ni abdica ni nos cobra,
pues no es el rey de la sobra,
sino el de la Plenitud,
y al compartir Su Virtud
perenne en nosotros obra.

Jesús María Bustelo Acevedo

¡Capullo!

¡Oh gran sabio Perogrullo!,
te etiquetan de capullo,
porque en ti la esplendorosa
colorida mariposa
guarda cada vuelo suyo.

Tan evidente y simplón
como la vida sencilla,
que al complejo maravilla
si en sus entrañas no brilla
la verdad del corazón.

Jesús María Bustelo Acevedo

La Independencia Escocía

La independencia escocía
y el pueblo dijo que no,
que aquello que se cosió
ya no se descosería
y en las urnas lo votó.
Unos dijeron: ¡nanay!,
otros: "¡que sí, que es más guay!",
mas aquellos se impusieron,
las demandas concluyeron,
y yo estos versos, ¡caray!

Jesús María Bustelo Acevedo

Si te dicen que Caín

Si te dicen que Caín
mató a Abel con una honda,
es mejor que se responda:
¡te equivocas, malandrín!,
que le estás cambiando el fin;
no fue Honda ni Yamaha
lo que le mandó a la caja,
sino el golpe de los celos
ante el cual valen los Cielos
menos que una pasión baja.

Jesús María Bustelo Acevedo

Toma mi mano, Señor

Toma mi mano, Señor,
que necesito de Ti,
y quiero salir de mí
como el delicado olor
se desprende de la flor.
Toma mi mano, que implora
que la verdad redentora
de tu buena mano amiga
me perdone y me bendiga
para siempre pero ahora.

Jesús María Bustelo Acevedo

¿Somos o no somos?

Somos coche y conductor,
las ruedas, las gasolinas
y no sé qué más pamplinas
cuando no somos Amor,
el divino resplandor
que brota en los corazones
en cuanto las ilusiones
se disipan ante la
eterna verdad que está
ajena a las corrupciones.

Jesús María Bustelo Acevedo

Libre como el colibrí

Libre como el colibrí,
y cual la llovizna, fresca,
es el alma quijotesca
que alberga dentro de sí;
blanca como el alhelí
es la verdad de su vida,
tan eterna y bendecida
como la divina luz
que hace liviana la cruz
y es la tierra prometida.

Jesús María Bustelo Acevedo