Del semen al cementerio,
pasando por el cemento,
va consumiendo el invento
fugazmente el hombre serio.
¡Qué milagro!, ¡qué misterio!,
¡qué mística!, ¡qué misión!,
¡que mi mente y su razón,
si es que puede, me lo explique!:
¿para qué sirve el tabique
de cemento y su sermón?
Jesús María Bustelo Acevedo
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