Si te dicen que Caín
mató a Abel con una honda,
es mejor que se responda:
¡te equivocas, malandrín!,
que le estás cambiando el fin;
no fue Honda ni Yamaha
lo que le mandó a la caja,
sino el golpe de los celos
ante el cual valen los Cielos
menos que una pasión baja.
Jesús María Bustelo Acevedo
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