En las calles de Sevilla
está el cuerpo del Canario,
quien se creyó extraordinario
en el cante, maravilla
sobre la que nadie brilla,
pero pronto se apagó
y moribundo quedó
empapado en sangre y lluvia
cuando el padre de la Rubia
con su puñal la vengó.
Jesús María Bustelo Acevedo
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