Desciende el hombre del mono,
y su capital, Mandril,
nos exige en tono vil
obediencia y con encono;
pero el Nono dice: no, no,
yo no veo ese ascendente,
ni es tan mono, que mi gente,
en verdá y de corazón,
sin rendirse a condición,
vive independientemente.
Jesús María Bustelo Acevedo
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