La llamas sumisa perra
y desprecias cuán leal
es ese honrado animal
que un alma divina encierra.
Pues yerra tu pluma, yerra,
por más que exprimas, burlón,
de la inventiva tu don,
pero peor es el yerro
de no parecerte al perro
con su noble corazón.
Jesús María Bustelo Acevedo
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