No te ates a ese don
con el que pide Don Ate,
no vaya a ser que te mate
la verdad del corazón;
pues si, con don o sin don,
te atrapase en el empeño
de su credo pedigüeño
y donando no perdonas,
es que torpe te abandonas
otra vez al mismo sueño.
Jesús María Bustelo Acevedo