Culpa convertida en tos,
culpa convertida en llanto,
y convertida en el dios
del dolor y del quebranto;
culpa, culpa, que en un manto
de castigo justiciero
atormenta a un mundo entero,
tan romano y apostólico,
tan judío y tan católico
como el Judas traicionero.
Jesús María Bustelo Acevedo
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